Hablar en público es la actividad más desagradable para la mayoría de la gente y cuanto mayor sea la importancia del evento, peor el miedo.
Despreocúpate, hablar en público es fácil. No es otra cosa que conversar, y eso es algo que todos hacemos todo el tiempo. Hablar en público no es más difícil que comer con palillos chinos o hacerse el nudo de la corbata. El misterio desaparece una vez que se ha aprendido cómo hacerlo.
Voy a dar 7 consejos para perder el miedo de hablar en público:
1. Exprésese con sencillez: La gente que lo escucha captará una o dos de las principales ideas que expongas. Sólo una o dos; no diez, ni veinte. Si no puede expresar en un par de enunciados el punto que se propone comunicar, entonces su alocución no está bien definida. Y si no sabes con precisión lo que quieres decir, mucho menos lo sabrá el resto.
2. Organícese: Se larga o corta su disertación, es importante ordenar los elementos de la misma. Hay que prever la introducción, los puntos principales que se van a exponer, y la conclusión. A veces, una buena forma de comenzar resulta ser la frase final. Una vez que sabe uno a donde se dirige, puede escoger el camino que más le plazca para llegar allí. Es decisivo tener un final con fuerza, pues quizá sea lo que la gente recuerde mejor.
3. Sea breve: La duración de los números en los espectáculos de variedades suelen ser, como máximo de 12 a 15 minutos. Si una cuadrilla de bailarines y cantantes que ponen toda el alma en su trabajo no logran entretener el público por más tiempo, ¿qué le hace pensar que tú sí lo lograras?
Generalmente, el tiempo dedicado a la exposición en eventos de carácter científico es de 20 a 25 minutos más 5 minutos para preguntas y discusión4. Sea sincero: Si trata de ser distinto de cómo es, probablemente no logre convencer al público. Si no le parece graciosa una anécdota, no espere que ría el público cuando la escuche. Si la información que pretende transmitir no le despierta verdadero interés, tampoco lo despertará en los demás. Si tomas la palabra, es que ha tenido una experiencia que los oyentes desconocen. Compártala con ellos. Haga que sientan lo mismo que tú has sentido: una profunda emoción, o indiferencia; miedo, o tristeza; fastidio o perplejidad.
5. Aduéñese de la situación: En los primeros momentos de su disertación se establece el vínculo entre el público y tú. Sonría. Agradezca a la persona que lo haya presentado, y luego espere un momento. No empiece hasta que haya captado la atención de todos los presentes. Cada una de esas personas comprenderá inmediatamente que el orador le está hablando a ella, y su cerebro se dispondrá a prestarle atención. Eso es precisamente lo que uno quiere. Cuando el público se haya puesto atento, establezca contacto visual. Escoja tres caras amigables: una a la derecha, una ala izquierda y una en el centro. Diríjase entonces a una, luego a otra y así logrará abarcar a todo el público.
6. No lea, hable: Leer ante un público no resulta tan eficaz como hablar directamente y con el corazón; la expresión espontánea quizá no sea tan pulida, pero es mejor. No es recomendable redactar alocuciones, pero sí lo es llevar notas para recordar lo que quiere decir, y saber en qué parte va uno.
7. Relájese: Cuando estamos sometidos a tensión nerviosa, a menudo olvidamos cómo respirar correctamente, y toda persona que acostumbra a presentarse o actuar en público conoce la importancia de la respiración. No inhale profunda y forzadamente, ni respire con mayor rapidez que de ordinario; de esa manera se hiperventilaría. Para relajarse, sólo tiene que mover el diafragma suave y rítmicamente.
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